lunes, 23 de marzo de 2020

El COVID-19 ha llegado a América Latina, y el desastre puede ser mayúsculo.

América Latina teme un estallido social

El diario La Vanguardia aborda hoy el problema del impacto que el COVID-19 puede tener sobre América Latina. Aquella inmensa región, poblada por más de seiscientos millones de personas es la más desigual de todo el planeta, con cifras de pobreza e indigencia pavorosas. El impacto puede ser doble: sanitario y social. El golpe sobre una población que mayoritariamente carece de una asistencia sanitaria digna de tal nombre puede ser dramático. Paralelamente, se teme un estallido de violencia social dadas las condiciones en las que millones de personas van a tener que hacer frente a la crisis. 
América latina siempre ha tenido problemas con el endeudamiento exterior, las crisis vinculadas a la deuda han sido crónicas prácticamente desde el inicio de la vida independiente. Recordemos que Perú suspendió el servicio exterior de su deuda casi al día siguiente de la Batalla de Ayacucho, la que fue la última derrota de las tropas realistas españolas, en 1824. 
Tras lo que la CEPAL llamó la década perdida de América Latina, la de los años ochenta del siglo pasado, las alegrías crediticias de las dictaduras militares pasaron factura. Con su ultraliberalismo brutal, en el que todo lo definían las leyes del mercado sin regulaciones, los militares y quienes les apoyaron dejaron las economías latinoamericanas en bancarrota y endeudadas al máximo. 
Los régimenes democráticos que sucedieron a las dictaduras de seguridad nacional tuvieron que navegar en esas aguas, y la exigencia de los grandes organismos financieros internacionales, el FMI y el Banco Mundial fue muy clara: "Adelgacen ustedes el Estado". 
Hace ya mucho que los efectos de aquella consigna no hicieron sino agudizar la desigualdad interna estructural que padecían aquellas sociedades duales, entendiendo por tales aquellas en las que el Primer y el Tercer Mundo conviven separados por distancias que pueden recorrerse caminando. 
Ahora que ha llegado la pandemia, veremos qué pasa en esos inmensos bolsones de miseria, de carencias, de pobreza extrema. Y veremos si se producen respuestas desesperadas que puedan recordarnos los motines del hambre de otras épocas o lo que los historiadores llamamos revueltas primitivas. 
De todo eso versa el artículo de La Vanguardia, del que destaco un párrafo al tiempo que aconsejo su atenta lectura. Son muchos los elementos de los que hemos hablado tradicionalmente en mis clases, así que este post está expresamente dirigido a los estudiantes tanto de Història d'Amèrica como de Història del Món Actual que están en estos momentos -o deben estar- trabajando en ambas asignaturas. 
El párrafo de LV dice: "Llueve sobre mojado en Latinoamérica y el Caribe. El coronavirus aterriza en un territorio donde el 30,1% de sus 629 millones de habitantes es pobre, de los cuales el 10,7% vive en la miseria, según la Cepal. Y donde según la OIT la tasa de informalidad laboral era en el 2018 del 53%, afectando a unos 140 millones de trabajadores. Además de ser una zona donde el acceso a agua y jabón, la principal arma contra el Covid-19, no está garantizada universalmente, no sólo en zonas rurales, sino también en asentamientos pobres urbanos". 

El acceso al artículo completo, aquí. 

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